Carencia afectiva en niños

Carencia afectiva en niños

La carencia afectiva en la infancia se da en niños que perciben los cuidados y el apoyo de sus cuidadores como nula, deficiente o muy baja.

Las carencias de tipo emocionales producen consecuencias muy negativas, sobre todo a nivel psicológico. Afecta en las futuras relaciones del niño, en la forma de demostrar su amor, en su inteligencia emocional, en la asertividad, en la forma de establecer los límites, etc.

Las figuras de apego son las encargadas de proporcionarnos la seguridad física y emocional en los primeros años de nuestras vidas. Estas figuras suelen ser los padres o también pueden ser los cuidadores principales.

Muchos padres pueden estar seguros de cubrir las necesidades en este sentido de sus pequeños, y seguramente así sea. Pero existen casos en los que el niño puede percibir que estas necesidades son insuficientes, o pueden existir dinámicas de cuidados que se dan en ciertas familias donde la evidencia de ese déficit emocional sea observable y no dé lugar a dudas.

Los niños que sienten esta falta de afecto desarrollan un vacío emocional difícil de describir y muy doloroso. De alguna manera se sienten abandonados en muchos aspectos, pero quizás la manifestación que más peso tiene a lo largo de su crecimiento es el sentir que los padres no escuchan, no ayudan, no dan cariño, no miran y no consuelan en un porcentaje muy alto.

Cada familia es diferente, y de forma individual cada una se gesta según el aprendizaje de cada miembro que la forma. Las familias desestructuradas y disfuncionales son las que se suelen caracterizar por no cubrir los aspectos emocionales en los menores, y en la mayoría de ellos suele haber problemas por parte de los padres de trastornos psíquicos, abuso de alcohol y drogas, violencia, etc.

Qué síntomas indican que existe una carencia afectiva

Los síntomas más característicos de haber sufrido carencias afectivas importantes son los siguientes:

  • Baja autoestima
  • Poca confianza en uno mismo
  • Disminución en la capacidad de concentración y de atención
  • Problemas en las relaciones con los demás
  • Dificultad para la expresión y gestión de emociones
  • Manifestaciones de expresión con tendencias a la frialdad
  • Aislamiento social (se puede dar bien porque la persona no gestione de manera adecuada las relaciones y opte por aislarse debido a no tener otra estrategia de comportamiento, o por el contrario, puede ocurrir que se apartada por los demás del plano social por su actitud y comportamiento)
  • Problemas de desarrollo en el lenguaje y en las habilidades sociales
  • Problemas de impulsividad, conductas agresivas y dañinas hacia las personas y objetos
  • A largo plazo se pueden llegar a presentar trastornos crónicos como ansiedad o fobia social

La carencia emocional y afectiva repercute en todo lo referente al desarrollo emocional, físico y psicológico del niño. Debido a la falta de afecto, amor, cariño y protección de los padres o figuras cuidadoras principales durante los primeros años de vida, se marcan conductas y patrones futuros difíciles de revertir.

Por qué ocurre el síndrome de carencia afectiva

Todas las personas necesitamos sentirnos queridos, tener vínculos emocionales y un apego estable. Estas necesidades se marcan con más notoriedad en la edad infantil, por ser la etapa en la que desarrollamos nuestro estilo de apego, y se instauran ciertas conductas y actitudes relacionadas con el cariño, el amor y las relaciones.

De pequeños es relativamente normal sentir en algún momento del desarrollo un desacuerdo con nuestros padres, sentir que no nos entienden y que no vamos a conectar nunca con ellos, pero a medida que crecemos esa percepción va cambiando y todo se suele ver de forma distinta.

Por un lado, los expertos recomiendan dotar de autonomía en la medida de lo posible a los menores, pero seguir demostrándole que sus padres están ahí para ayudarles en todo aquello que necesiten. Equilibrando la ayuda, ya que es fundamental que sientan ese apoyo constante, pero ayudándolos a crecer en la medida de lo posible.

La carencia afectiva se produce ante la ausencia de afecto de los cuidadores principales, y se da durante un tiempo prolongado; este tiempo ha de ser suficiente como para que repercuta en el bienestar de la persona, en ciertos aspectos emocionales y en la trayectoria futura afectiva del niño.

El afecto es necesario en todas las etapas de la vida humana, pero si existe un periodo en el que se puede decir que se hace más importante es sin duda en la infancia. En las edades tempranas las muestras afectivas son fundamentales para intervenir en todo el desarrollo y estabilidad del niño. Su ausencia puede dar lugar a graves conflictos emocionales difíciles de gestionar y de entender.

Padres y cuidadores principales

La labor de los padres consiste en proporcionar los cuidados y el cariño necesarios del hijo en la niñez y a medida que se va desarrollando. En las posteriores etapas, también existe el mismo rol pero con ciertas modificaciones. Los hijos adultos necesitan cubrir la parcela afectiva con los padres, como vínculo principal porque posteriormente van creando otros vínculos con parejas y amigos íntimos. Son relaciones diferentes de apego, pero la que afecta a lo largo de la vida es la que se crea con los padres, ya que se refleja en gran medida en los vínculos sucesivos.

La ausencia de afecto suele darse por motivos de peso en los padres, no se trata de algo pasajero, como por ejemplo olvidarse de una fecha especial. Los padres o cuidadores con trastornos mentales, con problemas de adicción, con déficits cognitivos, familias desestructuradas, en niveles de pobreza, etc., suelen ser los perfiles que por norma general no pueden cubrir estas necesidades innatas en los menores.

Estos casos son detectados por personas externas o familiares que denuncian, de manera que hasta que no se toma una decisión firme, los menores quedan al cuidado de personas especializadas. Se realiza una evaluación del caso y se determina si la familia en cuestión es apta para seguir cuidando a los niños o por el contrario el estar en una familia de acogida o bajo la tutela del estado temporalmente resultaría más beneficioso para ellos.

Tratamiento

Este tipo de tratamientos psicológicos suelen ser largos y complicados, aunque depende en gran parte de la edad a la que la persona solicite la ayuda psicológica y de los síntomas que exponga. Cuanto antes se inicie la terapia psicológica antes se podrán observar los resultados. En estos casos lo normal es que el niño acuda desde el momento en el que se define a sus padres como negligentes o incapaces de estar al cuidado de su hijo.

La evaluación de la historia familiar y socio afectiva detallada junto con las manifestaciones que le impidan encontrarse bien, son la base para redactar un programa de intervención adecuado y adaptado a los objetivos que se marquen entre el profesional y el paciente que solicita ayuda psicológica.

Trabajando en las herramientas y estrategias más beneficiosas para el paciente a nivel emocionales, las cuales le ayuden a hacer frente a los pensamientos y a los síntomas que le causan malestar.

Nadie enseña a los padres a ser pares perfectos. Pasar tiempo con los hijos, atender a sus necesidades, estar informado de las peculiaridades que pueden existir según la edad de desarrollo, escucharlos, darles autonomía, etc., todos los aspectos son susceptibles de ser modificados dependiendo del contexto, la situación y el desarrollo del niño.

La gestión de emociones es fundamental para crear una inteligencia emocional fuerte y estable. Busca ayuda si crees que alguien de tu entorno puede llegar a desarrollar carencias afectivas de este tipo, o te sientes identificado con la descripción de los síntomas de estos déficits.

La falta de atención notable influye de manera muy negativa llegando incluso a derivar en trastornos complicados para la salud. Los niños que no perciben afecto por parte de sus figuras de apego pueden correr el riesgo de llegar a desarrollar un vacío emocional importante.

Ángeles Mérida Psicóloga

Licenciada en psicología por la Universidad de Málaga y amplia experiencia profesional. Especializada en terapia de parejas y otras áreas de psicología para adultos, niños y adolescentes. Número de colegiada AO10397.